En un lugar de la mancha, de cuyo nombre no puedo acordarme... No me comí un mazapán... ¡pero los compré para comérmelos en casa! Qué ricos y cómo engordan... bueno, ellos no, engordo yo, pero no importa, la causa merece la pena...
Después de salvar inmunerables guardianes que custodiaban toda entrada a la ciudad...
Encontré unas escaleras mecánicas (arquitectos Lapeña y Torres, año 2000) absorbidas por la montaña toledana, de tal índile arquitectónico que permiten al usuario introducirse en un espacio singular, mezcla de la fría combinación del hormigón visto que se quiebra en múltiples planos y el movimiento de las escaleras mecánicas.
Descubrí callejones oscuros que conducían a más callejones, suelos y fachadas pétreas, esquinas quebradas, confluencia de culturas históricas que llenan de imaginación lo que fueron estas calles, historía...
No podía ni imaginarme, más allá de mis recuerdos de la infancia, lo que detrás de algunas pequeñas entradas perdura en el tiempo.
Pero lo más importante que describí fue quienes hacían el suculento manjar llamado mazapán...
... yo quería una
:(
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