Después de un par de meses de trabajo, por fín llegó el día. Atrás quedan decenas de llamadas, noticias en las redes sociales, sms, listados de hermanos, organización y sobre todo cariño.
Intentar dar un lugar a aquellos hermanos que serán el futuro de mi Hermandad. Esa Hermandad que ahora mismo me ocupa tantas y tantas horas, pero que también me hace dar todo aquello que desde mis pequeñas ideas puedan ayudar a los demás. Es mi medio. Mi día a día.
Y es que, hace un par de meses pensé que dar un lugar a los más pequeños junto a la Virgen, les haría sentir todo aquellos que "los mayores" hacemos a nuestra manera. Para ello, debía buscar una "excusa" para hacerlos partícipes de un acto en el que ellos fueran los protagonistas. Convertir un momento de reflexión, oración y acercamiento a la Virgen para que ellos sepan que también son escuchados y tienen su lugar junto a ella.
Por eso, la idea de hacer un regalo con sus propias manos, convertía el acto, no sólo en un momento de oración y reflexión, sino en una ofrenda de los más pequeños a María. Para ello, esa misma tarde llenariamos nuestra Casa Hermandad de niños, hasta tal punto que se nos quedó pequeña. En ella, elaboraríamos nuestras más sinceras peticiones, a modo de flor, para la más bella Flor del jardín.
Una vez elaboradas, nos fuimos a la Parroquia de la Concepción Inmaculada, donde nos esperaba nuestra querida Madre. De hecho, no se mostraros con palabras lo que vivimos, mejor os lo muestro con imágenes, ya que hablan por si solas.
Noticia en Arte Sacro: Los niños de la Hermandad de la Sed demostraron su amor a María
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