¿Alguna vez habéis sentido personas privilegiadas, simplemente, por el hecho de conocer a otras personas? Yo sí. Y esta vez, mucho.
No sé si fue a través de la primavera o quizás, por las palabras escritas escondidas en los rincones de mi ciudad. No lo sé. Desconozco su origen, pero sí sé definirlas.
Os hablo de aquellas personas que nos transmiten entusiasmo, alegría y ganas de vivir. Quizás, personas con las que es indispensable hablar. Personas de las que aprendemos cada día. Personas que llegan a tu vida por casualidad o quizás, no. Personas que al tenerlas cerca, ya es importante para uno mismo. Personas que te arropan. Personas cercanas. Personas que, de verdad, valen la pena.
Mi querida primavera ya te dije que no sé expresarme con la palabra escrita. Prefiero leerlas y dejarme llevar. Pero esta vez, la necesidad e inquietud de expresarlas, aunque fuese en estos humildes párrafos, ha sobrepasado mi vergüenza de escribir.
Rodeada de flores con múltiples colores, texturas y formas. ¿Cómo has venido a esta simple amapola?
Pero, "mírenla" como siente que la primavera ha llegado y viene para quedarse. Por eso, primavera, gracias por iluminar y darle calor a esta pequeña amapola que sueña con encontrar su camino.
No te vayas nunca, primavera...
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