jueves, 6 de marzo de 2014

Lo que me queda por vivir (Elvira Lindo)

Resumen

"Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que se enfrenta a la juventud y a la maternidad mientras intenta hacerse un lugar en la vida, en una ciudad y en una época de tiempo acelerado, más propicio a la confusión que a la certeza, sobre todo para alguien que ha tenido una experiencia demasiado temprana de la pérdida y de la soledad.

Lo que me queda por vivir es la crónica de un aprendizaje: cómo se logra a duras penas sobreponerse a la deslealtad; cómo el desvalimiento y la ternura de un hijo alivian la fragilidad de quien ha de hacerse fuerte para protegerlo.

Lo que me queda por vivir tiene la fuerza de las novelas que retratan un tiempo al contar unas vidas singulares, hechas por igual de desamparo e inocencia. La escritura de Elvira Lindo alcanza aquí una belleza sobrecogedora, yendo derecha al nervio de las cosas, al corazón de esas verdades sobre la experiencia que sólo puede contar la ficción."

Quizás comienzo a escribir sin unos hechos claros que me hagan clarificar mi opinión sobre este libro. En él, su autora, una de mis favoritas, nos introduce en los pensamientos y el día a día de Antonia. Una madre joven y activa que nos relata sus vivencias y el papel fundamental que desempeña su hijo en su vida. 

Una de las cosas por la que esta autora logra embaucarme en sus relatos es, sin duda alguna, su manera de introducir pequeños hechos de la vida. Aquí os muestro uno sobre la juventud:

"La juventud se vive sin saber qué significa, eso forma parte de su esencia. Y tal es la ignorancia en la que vive la juventud su propia condición que, en ocasiones, como es mi caso, lo que quema la sangre es la impaciencia por un futuro que no acaba de llegar."

Una definición sobre la juventud bastante peculiar pero a la vez, cierta y directa. Un libro contado en primera persona en el que los lectores nos adentramos en ese día a día de la protagonista. Un día a día en el que la autora introducirá esas pequeñas reflexiones antes nombradas.
De todas maneras, no ha llegado a sobrecogerme como a otros lectores que han plasmado sus opiniones en forma de comentarios. Todos aquellos relatos con los que disfruté en "Lugares que  no quiero compartir con nadie" fueron para mí mucho más interesantes. Si bien es cierto, que este libro es más directo al corazón por las circunstancias de la protagonista, podría decir que realmente ambos se encuentran en ese modo de escribir que tanto me gusta de esta autora repleto de reflexiones propias. Sean desde su persona o a través de un personaje. 

Quisiera terminar con un párrafo de este libro donde la autora muestra los sentimientos de Antonio transformados en esas pequeñas reflexiones de las que os hablo.
"Cómo se hace para pedir ayuda, para contarle a alguien que un desgarro interior no te deja dormir, cómo se llega a comprender que hay amores que han caducado, que prolongarlos es pudrirlos, cómo se aprende uno a defenderse, a tener dignidad y no desear la compañía de quien sabes de antemano que te destruye, cómo distinguir entre amor y obsesión, por qué luchar por lo que ya no te pertenece, cómo se hace para estar triste sin humillarse, cómo aprender a comportarse correctamente, de tal manera que no tengas que pasar la vida rumiando errores que duelen más que por su gravedad por la cantidad de veces que los has repetido."

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