jueves, 26 de marzo de 2015

De levante a poniente

Pues sí, algo han cambiado las circunstancias a mi alrededor. Algunas, otras no. Otras no cambian. Yo no cambio. O quizás, sí. Es posible que haya cambiado. Vivencias que acumulo en mi libro de recetas para el día a día, nuevas vivencias que me hacen recordar que mi espacio ya no es "mi cuarto". Ahora es "nuestra casa". Que no, "mi casa". Porque hay diferencia. 

Nuestra casa: dícese de aquel espacio vital donde todo gira entorno a nosotros. A tí y a mí. Nuestro espacio compartido.

De hecho, he pasado de moverme por la cama a mis anchas, a que si lo hago con mis manos frías, alguien me riñe cuando lo toco. No entiendo por qué. Mi almohada antes no era tan exigente con mis manos frías. He pasado a saber que no puedo meter en la lavadora, camisas con gemelos puestos. A que mi café y mi cama no se hacen solos. A que las decisiones que antes tomaba sola, ahora afectan a otra persona. A intentar trasladar de "mi casa" a "nuestra casa", experiencias y sentimientos para construir una familia. A que ahora afecta cada día que pasa y no te ha cundido el trabajo. A que la plancha no se hace sola. A que hay que cambiar el filtro del lavavajillas porque sino se atasca. A que se tiende mejor en la azotea. 

 
A que lo mío ahora es nuestro.

Un cuento que ha tenido una introducción y que ahora toma rumbo y a toda vela hacia adelante. Contra viento y marea. Porque como siempre te digo, el mar no todos los días es igual. Dependerá del viento. Haga levante, poniente, norte o sur iremos de la mano. Y si aun no entiendes de los vientos, descuida que aprenderemos. 



 


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