Parar. Escribir. Reflexionar. Mirar hacía atrás, pero simplemente un momento para coger impulso y para ver las experiencias que he recopilado este curso. Nunca pensé que llegaría. No tengo que pedirle más que salud para mi alrededor y sólo darle las gracias. Gracias por tanto, por lo vivido y por lo que me queda por vivir.
Algunos ya sabéis que carezco del don de la escritura, lo sé. Se me da mal y qué le voy a hacer. De hecho, os preguntaréis, ¿por qué escribe si se le da mal? Ya, bueno, pues porque exteriorizar lo que uno siente es contagiar de alegría al resto del mundo. Un universo lleno de incertidumbre donde el día a día es complicado, donde ver o leer las noticias nos hace sentirnos indefensos ante lo que ocurre. Pero en esa vorágine de noticias estamos nosotros con nuestras circunstancias. A veces buenas, otras "reguleras" y en ocasiones, no tan buenas. Y es ahí, cuando aún queda alegría en las sonrisas, en la amistad, en el amor, donde debemos centrarnos y pensar que podemos ser uno mismo gracias a la libertad que nos ha sido concedida. Sin perderla y con ganas de contarla, aquí estoy.
Cuando tu vida gira entorno a un curso escolar, junio es como diciembre, así como septiembre, enero si lo asimilamos a un año. Es por ello, que es en junio donde visualizamos los meses anteriores, cómo han ido estos meses, qué he hecho, desarrollado y sobre todo, dónde puedo crecer como persona y como profesional. Los que me conocen saben que no sé estar sin hacer nada, siempre con una idea en la cabeza y muchas veces pienso que agobio al que tengo al lado mía. Pero soy así. Lo siento. Ni mucho menos quiero agobiar a nadie. Si la idea ayuda al resto, más cabezota me pongo con ella. Porque me encanta. Dice Mary Ward que "hay más en dar que en recibir" y tanto si lleva razón.
No pensé en hacer arquitectura por acabar dando clases en un colegio, no la comencé pensando que llegaría a ser doctora. Ni tampoco que aprendería tanto de las TIC. Y aquí estoy, haciendo balance de un curso que comenzó con la lectura de la tesis en septiembre. Siendo Cum Laude (¡guau! y parece que fue ayer cuando realmente han pasado ya varios meses). Después de tantos años con ella y que conste que no la echo nada de menos. Pero ese no es sólo el caso por el que escribo.
Noviembre, diciembre, nuevas experiencias, nuevos alumnos, asignaturas y retos. Aprendizaje y servicio, aplicaciones y compañeros que pasan a ser amigos. Muchas horas de trabajo y superación intentando dar lo mejor de mí para que aprendan. Ellos y yo. Porque aquel que piensa que no aprendemos de los demás, está MUY equivocado. Cada día, una nueva aventura y búsqueda de cómo afrontar una decisión. También de las circunstancias no tan buenas se aprende, valoras lo que tienes.
Un curso en el que mi compañero de viaje, con el que comparto mi día a día, siempre ha estado ahí. Aquí o desde algo más de allí. Con todo esto quiero decirte que, aunque hay veces que me equivoco y me agobio, sobre todo me agobio con tonterías cuando hay otras más importante, quiero que la felicidad que pueda darte sea de verdad. Así que recojo toda la que tengo y me la guardo para ti. Porque ahora, después de un curso tan bueno, me quedan dos meses por delante para estar juntos. Para coger fuerzas y enfrentarnos a a mucho más.
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